domingo, 12 de diciembre de 2010

Vidas

Difícil camino el de la vida, pero nadie dijo que fuera sencillo.¿Pero difícil para todos?Esto ya no está tan claro, ya que es un camino muy diferente para cada uno.

Es asombroso como siendo tantas y tantas personas en el mundo, existen tantas madejas,una para cada uno; y como cada madeja es singular, única! ¿No es maravilloso?

Unas son verdes, otras lilas, otras rojas, otras azules, otras tienen el color desgastado por los años y por las desilusiones.

En unas hay mil nudos, de baches afrontados, sin embargo en otras no hay ni un solo bulto, lisas, sin arrugas. 

Otras están compuestas por un un hilo fino que se puede rasgar en cuestión de segundos; o pueden tener un hilo grueso, fuerte, que  aunque cojamos las tijeras o el cuchillo más afilado, su hebra no se desquebreja, sigue perenne.

También encontramos madejas suaves, que dan ganas de acariciar el mundo con ellas, para que sea un poco mejor, pero por el contrario hay ovillos ásperos, similares a los pinchos de un cactus, que si los tocas sin cuidado te hieren, pero si te acercas poco a poco y dulcemente pones tus dedos en ellos, no te dañan, simplemente dejan ser queridos.

Pero por muchas corazas,  por mucho que disfrazemos nuestras madejas, al fin y al cabo todas ellas tienen algo en común. Todas tienen una esencia, la misma esencia que mamaron nuestros antepasados, una esencia propia del ser humano, una esencia única, irrepetible, inigualable.

Una esencia que nos hace sentirnos vivos, que hace que nuestras madejas sigan tejiendo, se enlacen con las otras y construyan algo tan fascinante como cada una de nuestras vidas.

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